En ocasiones he escuchado que la escuela es un reflejo de la sociedad, pero ¿realmente es así? ¿cómo están nuestras escuelas? Ésta es la pregunta que lanzo a todos los docentes, a todos aquellos que vivimos en las escuelas y que formamos parte de ellas, nosotros docentes que tenemos en nuestras manos a un material tan delicado....los niños y niñas.
Si reflexionamos un poco, tan sólo un poco sobre la realidad social que nos encontramos a nuestro alrededor y luego volvemos nuestra mirada hacia la escuela, ¿realmente podemos decir que la escuela avanza como la sociedad? Nuestra sociedad ha avanzado y ha sufrido una serie de cambios que se observan día a día y en cualquier contexto: pluralidad social, telefonía móvil, Internet, redes sociales, globalización, etc., nuestra forma de vivir ha cambiado y por eso es fundamental que la escuela se adapte a esos cambios. Resulta incluso impensable que la escuela en la que aprenden los niños y niñas del siglo XXI sea igual o demasiado parecida a la del siglo XX, pero lamentablemente puede suceder y sucede: misma metodología tradicional, alumnado pasivo frente al aprendizaje, organización de las aulas, etc.
La escuela debe cambiar, debe transformarse y ofrecer una educación adaptada a la sociedad en la que nos desarrollamos, debemos mostrar su realidad para que puedan afrontarla y vivir en ella. Por ello es necesario plantearse qué hay que cambiar; no nos limitemos a poner Internet en las aulas, ordenadores y pizarras digitales.... necesitamos más, queremos y debemos ofrecer más...
Debemos ofrecerles la oportunidad de que sean ellos los que creen sus aprendizajes, los que convivan en un aula diversa (igual que nuestra sociedad), donde se desarrollen de manera autónoma y tengan la oportunidad de colaborar con otros, donde se puedan expresar libremente, donde se valore a cada individuo por todo lo que aporta al grupo, que se convivan con valores imprescindibles como la paz, la solidaridad, la amistad, la vida en común....
Olvidémonos de las pautas tradicionales, metodologías obsoletas, distinción por capacidades del alumnado, establecimiento de la igualdad para todos...dejemos a un lado todo ello para dar cabida a personas únicas, capaces de expresar sentimientos, ideas y opiniones sin miedo a ser rechazados, personas críticas y reflexivas, adoptando la equidad frente a la igualdad....
Demos paso a una nueva escuela, a una escuela donde se fomente la valoración de la diversidad y olvidémonos de la homogeneidad; la escuela no es una máquina de robots, es un espacio diverso....mantengamos ese valor. De acuerdo con esta idea, os muestro una ilustración de Tonnucci (Frato) que nos ayude a reflexionar.